abril 05, 2011

La enfermedad es una defensa contra la verdad

Nuestra enfermedad no es un accidente. Al igual que toda defensa, la enfermedad es un mecanismo demente de auto-engaño. Y al igual que todos los demás mecanismos, su propósito es ocultar la realidad, atacarla, alterarla, incapacitaría, distorsionarla, tergiversarla y reducirla a un insignificante montón de partes desarmadas. La meta de todas las defensas es impedir que la verdad sea integrada. las partes se ven entonces como si cada una de ellas fuese un todo en sí misma.

Nadie puede sanar a menos que comprenda. Cuál es el propósito que aparentemente tiene la enfermedad. Pues entonces cuando logramos encontrar los motivos de nuestras enfermedades, comprendemos también que dicho propósito no tiene sentido.

Al no tener la enfermedad causa ni ningún propósito válido, es imposible que exista. Una vez que se reconoce esto, la curación es automática. Pues dicho reconocimiento desvanece esta ilusión sin sentido, valiéndose del mismo enfoque que lleva a todas las ilusiones ante la verdad, y simplemente las deja allí para que desaparezcan.

Las defensas no son involuntarias ni se forjan inconscientemente. Son como varitas mágicas secretas que utilizas cuando la verdad parece amenazar lo que prefieres creer. Parecen ser algo inconsciente debido únicamente a la rapidez con que decides emplearlas. En ese segundo, o fracción de segundo en que decides emplearlas, reconoces exactamente lo que te propones hacer, y luego lo das por hecho.

luces energia milagros


¿Quién sino tú decide que existe una amenaza, que es necesario escapar, y erige una serie de defensas para contrarrestar la amenaza que ha juzgado real?. Todo esto no puede hacerse de manera inconsciente. Más una vez que lo has hecho, tu plan requiere que te olvides de que fuiste tú quien lo hizo, de manera que parezca ser algo ajeno a tu propia intención; un acontecimiento que no guarda relación alguna con tu estado mental; un desenlace que produce un efecto real en ti, en vez de uno que tú mismo has causado.

La rapidez con la que te olvidas del papel que desempeñas en la fabricación de tu "realidad" es lo que hace que las defensas no parezcan estar bajo tu control. Más puedes recordar lo que has olvidado, si estás dispuesto a reconsiderar la decisión que se encuentra doblemente sellada en el olvido.

El hecho de que no te acuerdes no es más que la señal de que esa decisión todavía está en vigor, en cuanto que eso es lo que deseas. No confundas esto con un hecho. Las defensas hacen que los hechos sean irreconocibles. Ese es su propósito, y eso es lo que hacen.

Las defensas toman fragmentos de la totalidad, los ensamblan sin tener en cuenta la verdadera relación que existe entre ellos, y, de esta manera, tejen ilusiones de una totalidad que no existe.

Este proceso es lo que produce la sensación de amenaza, y no cualquier resultado que pueda derivarse de él. Cuando se arrancan partes de la totalidad y se consideran como algo separado y como un todo en sí mismas, se convierten en símbolos que representan un ataque contra la totalidad y al, en efecto lograrlo, ésta no se puede volver a ver como la totalidad que es. Sin embargo, has olvidado que dichas partes sólo representan tu decisión de lo que debe ser real, a fin de que ocupe el lugar de lo que si es real.

La enfermedad es una decisión, No es algo que te suceda sin tú mismo haberlo pedido, y que te debilita y te hace sufrir. Es una decisión que tú mismo tomas, un plan que trazas, cuando por un instante la verdad alborea en tu mente engañada y todo tu mundo parece dar tumbos y estar a punto de derrumbarse. Ahora enfermas, para que la verdad se marche y deje de ser una amenaza para tus falsos castillos.

¿Por qué crees que la enfermedad puede escudarte de la verdad? Porque demuestra que el cuerpo no está separado de ti y que, por lo tanto, tú no puedes por menos que estar separado de la verdad.

Experimentas dolor cuando el cuerpo lo experimenta, y en ese dolor te vuelves uno con él. De esta manera, tu "verdadera" identidad queda a salvo, y el extraño y perturbador pensamiento de que tal vez seas algo más que un puñado de polvo queda mitigado y silenciado. Pues fíjate, ese polvo puede hacerte sufrir, torcerte las extremidades y pararte el corazón, ordenándote que mueras y dejes de existir.

Lo único que puedes hacer es elegir pensar que mueres o que sufres enfermedades, o que de alguna manera tergiversas la verdad. Lo que ha sido creado no guarda relación alguna con eso. Las defensas son planes para derrotar lo que no puede ser atacado. Lo que es inalterable no puede cambiar.

Ésta es la simple verdad. No recurre a la fuerza ni al dominio. No exige obediencia, ni intenta demostrar cuán fútiles y lamentables son tus intentos de planear defensas que la pudiesen alterar. La verdad sólo desea brindarte "Conocimiento", pues ése es su propósito.


El poder de la verdad es muy superior al de cualquier defensa, pues ninguna ilusión puede permanecer allí donde se le ha dado entrada a la verdad. y ésta alborea en cualquier mente que esté dispuesta a deponer sus armas y a dejar de jugar con necedades. La verdad se puede encontrar en cualquier momento; incluso hoy mismo, si eliges practicar darle la bienvenida.

La enfermedad es una defensa contra la verdad.
Aceptaré la verdad de lo que soy, y dejaré que mi mente sane hoy completamente.
La curación destellará a través de tu mente abierta a medida que la paz y la verdad se alcen para ocupar el lugar de la contienda y de las imaginaciones vanas. No quedará ni un solo rincón tenebroso que la enfermedad pueda ocultar y defender contra la luz de la verdad. No quedarán en tu mente figuras sombrías procedentes de tus sueños ni sus absurdos y obscuros anhelos, cuyos propósitos dobles se persiguen descabelladamente. La mente sanará de todo deseo enfermizo que jamás haya tratado que el cuerpo obedeciera.

Ahora el cuerpo está sano porque la fuente de la enfermedad está dispuesta a recibir alivio. Y reconocerás que practicaste bien por lo siguiente: el cuerpo no sentirá nada en absoluto. Si has tenido éxito, no habrá sensación alguna de enfermedad o de bienestar, de dolor o de placer. La mente no responderá en absoluto a lo que el cuerpo haga, Lo único que se conserva es su utilidad y nada más.

Tal vez no te des cuenta de que esto elimina los limites que le habías impuesto al cuerpo como resultado de los propósitos que le habías adjudicado. A medida que éstos se dejan a un lado, el cuerpo tendrá suficiente fuerza para se ir a cualquier propósito que sea verdaderamente útil.

La salud del cuerpo queda plenamente garantizada porque ya no se ve limitado por el tiempo, por el clima o la fatiga, por lo que come o bebe, ni por ninguna de las leyes a que antes lo sometías. No tienes que hacer nada para que esté bien, pues la enfermedad es ahora imposible.

Más para conservar esta protección es preciso que te mantengas extremadamente alerta. Si permites que tu mente abrigue pensamientos de ataque, juzgue o trace planes para contrarrestar cosas que tal vez puedan pasar en el futuro, te habrás vuelto a extraviar, y habrás forjado una identidad corporal que atacará al cuerpo, pues en ese caso la mente estará enferma.
Fuente: curso de milagros