octubre 26, 2010

Consejos para cumplir tus compromisos


compromisos pendientes

Cuando no cumplimos nuestros compromisos nos llenamos de sentimientos negativos porque hemos incumplido a otros y también a nosotros mismos.

* No te comprometas con nada que no estés seguro de ir a cumplir
* Cumple todos tus compromisos
* Renegocia tus compromisos

No contraer el compromiso

Una forma excelente de enfrentarte a los incompletos es decir que no. Cuando procesas tus bandejas de entrada y decides tirar algo a la papelera estás precisamente diciéndole no.

El problema es que nos marcamos unos estándares muy altos. Si no aspiraras tan alto y adoptaras un enfoque más minimalista, todo sería mucho más sencillo.

En realidad, en el mundo de la autoayuda los valores están sobrevalorados porque se parte de la idea errónea de que centrarse en los valores simplifica la vida. En realidad ocurre lo contrario: cuanto más te centras en tus valores, de más cosas te sientes responsable.

Es cierto que los valores definen los criterios del mismo modo que el propósito da la fuerza y marca la dirección. Pero no te confundas. Los valores te ayudan a tomar decisiones pero no te simplifican la vida.

Aunque es poco probable que rebajes tus estándares, sí es posible que cambies algunos hábitos cuando tomes consciencia de los muchos compromisos que contraes constantemente.

En la medida que te vayas dando cuenta de que estás adquiriendo un compromiso dejarás de decir “sí, vale” automáticamente y empezarás a decir “lo siento, no puedo hacerlo” con mucha más frecuencia.

Pensar antes de comprometerte es un signo de madurez porque supone asumir completa responsabilidad sobre tus compromisos, lo que te hará pensártelo dos veces antes de contraer contigo mismo obligaciones que no piensas o no tienes por qué cumplir.

No ser consciente de los compromisos en los que te embarcas es como usar la tarjeta de crédito sin saber el saldo: es mucho más fácil ser insolvente.

Cumplir el compromiso

A todos nos gusta la sensación liberadora que proporciona terminar algo. De hecho, uno de los grandes peligros que encierra precisamente la regla de los dos minutos es que es una forma fácil y adictiva de tener esta sensación liberadora de “haber hecho muchas cosas”.

Sin embargo, no hay que “buscar” estas tareas selectivamente, ya que acabarás acumulando un volumen ingente de tareas que requerirán más tiempo y que tendrás la sensación de no ir a completar nunca. Por eso es tan importante procesar las bandejas de entrada secuencialmente, una cosa detrás de otra.

El otro gran riesgo asociado a cumplir sistemáticamente tus compromisos es que cada vez tenderás a hacer más, hasta llegar al límite. Eso si no tienes jefe porque, si lo tienes, adivina a quién le van a caer más cosas para hacer.

En otras palabras, hay que tener cuidado con no entrar en una dinámica de hacer por hacer, ya que eso puede acabar con los beneficios que te ofrece la productividad.

Renegociar el compromiso

Si no vas a renunciar a tus estándares y tampoco quieres perder las ventajas de ser productivo seguramente esta tercera vía se acabe convirtiendo en tu opción preferida.

La potencia de esta tercera opción reside en que un compromiso renegociado no es un compromiso roto.

Por eso es tan importante vaciar tu mente y mantener todos tus compromisos en un sistema externo que compruebas con regularidad, porque, ¿cómo vas a poder renegociar un compromiso si ni siquiera sabes que lo has contraído?

En este sentido son especialmente útiles los archivos de seguimiento y las listas “Algún día/Tal vez“, ya que ambas te permiten sacar las cosas de tu cabeza rápidamente sin tenerlas que hacer en ese momento y te aseguran además que volverás a encontrarlas más adelante, momento en que podrás renegociar tu compromiso con ellas.