abril 11, 2010

Olvidar y sanar un gran dolor

corazon

Es un dolor del alma. Sientes un gran dolor y no sabes qué y cómo hacer para olvidarlo. Sabes que ese dolor esta ahí desde hace mucho tiempo. Cómo descubrirlo para sanarlo. La pregunta que tal vez puede ayudar a descubrir ese dolor es:
¿Qué es lo que he anhelado profundamente y todavía no he conseguido realizar en mi vida?

Meditando profundamente conectarás nuevamente con tu dolor original. Tu dolor más profundo y oculto. El dolor original que llevabas guardado y registrado en el alma.

Ese dolor está presente aún porque en algún momento de tu vida olvidaste que tenías derecho a amar y ser amado.

Renunciaste a ese gran amor, creíste y te dejaste llevar por las leyes del momento, creíste en las normas y las leyes de tu rango social. Creíste en sus argumentos, el miedo y la culpabilidad por haber hecho algo incorrecto.

Olvidaste completamente que amar es sagrado y que es el mayor bien, es la máxima expresión de la vida. Renunciaste a amar a esa persona especial para ti y te dedicaste a realizar tus labores sociales o mejor dicho el trabajo que era tu responsabilidad.

Cuando has renunciado al amor, has renunciado a la vida, de alguna manera sientes que te has traicionado a ti mismo. Cuando ya no hay amor y no confías pierdes el sentido de la vida. Así renunciaste a tu vida y a todo, sintiendo y guardando una gran vergüenza y culpa en tu alma...

Has regresado cientos de veces y has repetido el mismo evento... son rostros y circunstancias diferentes, pero sólo reafirman ese antiguo registro, la misma historia.
El dolor es terco y le gusta tener razón

El registro de no confiar en ti mismo es porque no validas tus necesidades y deseos. Antepones el deseo y las necesidades de los demás antes de las tuyas... tu ser se siente muy solo porque sabe que no puede confiar en nadie porque ni siquiera puede confiar en ti mismo.... tal vez por eso elijes a personas en tu vida que te fallan continuamente o que te abandonan... casi siempre tratas de justificar y de comprender profunda y sinceramente el motivo y las circunstancias de vida de los demás. Pero jamás te das una posibilidad a ti mismo.

Será que el antiguo y profundo registro de vergüenza y culpabilidad está operando inconscientemente y por eso crees que no mereces nada bueno de nadie ni de la vida. Tal vez por eso no pides nada y te entregas sin medida... y te estremeces de sobremanera con las actitudes de cariño y generosidad de algunas personas.

El registro de vergüenza y culpabilidad es tan grande que continuamente te ves resolviendo la vida de los otros y sus problemas... es como si sintieras una profunda deuda kármica con el mundo.

Mientras que sin darte cuenta crece cada día más la desolación dentro de ti, el sentimiento de soledad... la creencia que no debes depender de nadie, porque en cualquier momento te pueden fallar.

El corazón y el alma se resienten... los pensamientos negativos se presentan con intensidad, son vanos los intentos de controlar y alejarlos... sientes que profundamente tienes razón... el mundo es un lugar hostil y no debes confiar y entregarte...

Comienzas a guardar rabia y rencor porque los demás te están tratando mal, porque no te reconocen y no son generosos contigo... comienzas entonces después de muchas desiluciones a alejarte y a crear un muro de separación que muy pocos pueden traspasar. Incluso pones pruebas a lo demás y te haces el difícil para comprobar si los otros son dignos de tu confianza y amistad...
Esa rabia e ira te acompaña a todas partes, estás tan acostumbrado a ella que casi no la percibes, tu crees que todo está bien... que todo está bajo control. Pero la presión interna sigue estando presente.
Esa energía de rabia e ira comienzan a atraer más energía con la misma cualidad. Así comienzan a suceder eventos donde te sientes pasado a llevar y no respetado. Sientes que no te validan y que además a pesar de todo lo que has entregado te traicionan... y así continuamente comienza esta bola de nieve a crecer y a crecer... Hasta que todo revienta, lo pierdes todo, te accidentas, te enfermas o pierdes o se aleja un ser muy querido...

Si te das el tiempo de meditar profundamente te darás cuenta que todo reafirma el dolor o registro original, pero el dolor más grande registrado es la propia traición, la negación, la separación, la negación a tu derecho más básico que es amar y ser amado.

Cuando reconoces este derecho puedes comenzar un proceso de sanación muy antiguo. Te das cuenta que nada ni nadie puede prohibirte amar. Descubres que siempre ha sido tu máximo anhelo y que todavía no lo has conseguido.

Tu máximo anhelo es amar y ser amado libremente. Cuando reconoces que tu también tienes este derecho a amar, te das permiso para elegir, te das permiso para decidir y respetarte a ti mismo. Serás capaz de poner límites sanos y ser capaz de expresar tu verdad, tendrás el valor de explicarte y comunicarte con claridad, tendrás el valor de dirigirte a alguien que está transgrediendo tu humanidad, tu espacio o no tiene el mínimo respeto hacia ti.

Incluso podrás descubrir el deseo de cuidar de ti y mejorar tu salud. Ya no habrá rabia hacia el mundo, ya no existirán culpables. Dejarás de causarte tanto daño y exponerte a situaciones dolorosas. Eras tu y simplemente tu. Porque fuiste tu quien se olvido del principio básico de la vida... la traición nació en ti y se renueva o se transforma en ti... todo siempre vuelve a ti...

"La energía trasciende el tiempo y el espacio y todo está íntimamente conectado..."

Ese ahogo y presión de dolor que sentías en tu pecho se disipará. Sentirás que hay un nuevo espacio dentro de ti que quiere, tiene deseos, sueños y anhelos.
¿Qué es lo que has anhelado profundamente y todavía no has conseguido realizar en tu vida? Recuérdalo...